jueves, 24 de abril de 2014

La Caverna Vertical

Delante y detrás de un espejo vertical no hay otra cosa que un mismo desierto, dispuesto extensamente como un gran plano árido y horizontal.

Atravesar el espejo no es tarea sencilla. Un ilusionista en un escenario lo tiene más fácil que cualquiera de nosotros. 
En su interior habita, nocturno, un gran río.

Sin embargo, inversamente, pocos son los que se adentran en un erial; imposible incluso mantener la mirada en él. Por suerte, tan real como inhumano, está plagado de oasis. Escasos o frondosos permiten a uno descansar, detenerse y otear el horizonte a fin de trazar un pequeño mapa para continuar en ruta y alcanzar otros momentos.

El velo de Māyā está repleto de espejitos, pantallas táctiles, espejismos, tan melosos como mortíferos. Escenario de personajes entrelazados en interminables, tragicómicas danzas, tan alegres y caprichosas como tristes y dolorosas.
Golosa membrana, espejo donde se apiñan, estampados, numerosos grupos de seres semejantes a murciélagos en enorme griterío; de cabezas hacia dentro, de cabezas hacia fuera.
Redes numerosas, enredos tan sedosos como venenosos; balbuceantes, mudos, discursivos, nerviosos.

Tampoco ­es posible vivir en el desierto, pero sí disponer de una brújula bien labrada, con la que girar tan sólo unos grados.
Despegarse del ilusorio espectáculo y,  a un tiempo, voltear la tierra, unos pasos, para elevarse sobre el desierto, invisible, indivisible, imposible; sin tropezar con paradójicas columnas que convierten a la serpiente en la mejor de las amantes. Aprender a bailar sobre la especular cacofonía sin desprenderse nunca de nuestro eje más humano.

Disponemos de alas torpes pero es preciso horadar túneles, aéreos y subterráneos, perforar galerías sutiles, hallar claves, “clics”, ejércitos de calladas golondrinas, esquinas vertiginosas, deshacer nudos, como alternativa valiente a la omnipresente caverna vertical.


http://lacavernavertical.blogspot.com.es/ 
LA CAVERNA VERTICAL/proyecto, 2014



sábado, 7 de septiembre de 2013

Tras 'la Abyección', lo Necesario


Hemos avanzado un paso más. Esta vez hacia una dirección más compleja, más laboriosa; hemos rumiado largamente los textos de Denis Diderot, El Sobrino de Rameau, La Ética de Spinoza, también nos hemos detenido, durante semanas, en los fragmentos de las fotografías que Català Roca realizó del espacio y de la vida contenida en la arquitectura de la Fundació Miró de J. L. Sert. Uno de los mejores recuerdos de mi llegada al Sur, en mi infancia.


El Sobrino de Rameau es un bufón, un don nadie, un chiflado, un fracasado, justo el reverso del filósofo ilustrado que va a sostener la llama de la 'Razón' durante los años previos a la Revolución Francesa; Diderot.
Quizá este personaje sea una buena ejemplificación de la mente abyecta a la que se refiere, un siglo antes, en su Ética, Spinoza. La sangre envenenada por la ignorancia (pese a sus conocimientos o habilidades) al situarse de espaldas a la libertad que supone el conocimiento y el amor a lo necesario y eterno; los pies enfangados por la envidia, el resentimiento, la pasión miope, en ocasiones, el delirio enfermizo y estéril.


Se nos antoja un secreto hermanamiento de este bufón abyecto de Rameau con “M” (Fritz Lang, 1931). Una vuelta de tuerca más y encontramos a un monstruo en acción, un reverso espantoso del 'Amo' que va a engendrar la Alemania crísica, en unos años tan cercanos a los nuestros.
Incluso hoy, Siria, su gobierno o tirano es calificado de “abyecto”, según proclamaba un presidente europeo durante estos días previos a un supuesto ataque de Occidente.

Así pues, una débil membrana separa al monstruo del amo, al abyecto del soberbio. Cara y cruz de una misma moneda encadenada, esclava, esclavizante.

Durante los últimos meses he tratado de dibujar ese rostro inmoral, descompuesto, bufón, parásito, monstruo y rey. (Es tan loco un sujeto que se cree rey como un rey que se cree rey. (Lacan)). Diderot, al fin y al cabo, esconde su reverso oscuro en ese ser cínico de la sinrazón.

Mi trabajo parece sujeto a la repetición dualista, a las yuxtaposiciones disonantes. Me reconozco, en ocasiones, en el El silencio antes de Bach (Portabella, 2007).

En la otra orilla, en segundo lugar, yuxtapuesto y embrionario, en la cuerda floja se levanta la luminosidad de la arquitectura mediterránea de la Fundació Miró de J. L. Sert, la línea cruda y nítida, la virtud racionalista misma. Fotografías de fotografías de Català Roca. Recojo fragmentos, los coloreo infantilmente. Pedacitos de vida de los años 70. Niños, padres, madres, adultos. Tramo simbólicamente. Un paso más. Apunto a la virtud: a la alegría, amor fati.




El sobrino de Rameau (Demonología del 'sé') V, 2013





El sobrino de Rameau (Demonología del 'sé') IV, 2013





martes, 1 de enero de 2013

ANGELUS NOVUS


Arrastrado por un viento huracanado fui a ver Vértigo de Hitchcock (1958) ¡gratis! Gracias, casualmente, a una pareja anónima que me acompañaba en la cola desmedida que alcanzó, en algunos momentos, media plaza frente a las puertas de la Filmoteca de Barcelona, ayer mismo.
Como un ángel salvador mortífero, el detective Scottie (James Stewart) consume a su amor y víctima una y otra vez. Bajo sus pies, en la falsa altura, solo la ruina; arrastrado hacia el futuro, con sus ojos desencajados, anclados a un pasado trágico.

También, durante las últimas semanas, he estado dando vueltas, investigando a saltos, al grupo Zero de Düsseldorf (1957) : Heinz Mack, Otto Piene y Günther Uecker; Me sorprendo contemplando soles negros irradiando oscuridad o dolientes acericos. Siento como si toda mi vida hubiera estado resiguiendo sus trabajos, sin saberlo.
(Es posible ver obras hoy día en la exposición temporal de la Fundació Miró.)

Plantarse en un punto cero, a pie de ruina, tras la II Guerra Mundial y renovar todo proyecto artístico desde la devastación, lanzados como una flecha hacia el futuro. Siguiendo a Piene, años más tarde, hacia la luz y el cielo. 


Se trata de ir más allá del lugar pavoroso que ocupa el ángel de Paul Klee que acompañó a Walter Benjamin.
Tan solo un giro más hacia el presente, una vuelta de tuerca necesaria, justo en la medida, buscando, esta vez sí, tan solo la paz.




Angelus Novus (Paul Klee)+ Günter Uecker (L. Wolleh) + fotograma de Vértigo (Hitchcock)




domingo, 16 de diciembre de 2012

La Muerte y la Doncella ( y los aspersores)





Justo en los minutos previos a su muerte, en total soledad, pensó en dejar una nota sencilla sobre la mesa del comedor de su casa: “os quiero”. Antes de decidir escribirla hizo un último esfuerzo para revisar la cocina, calentador, estufas... apagar velas, incienso...clausurarlo todo...para no producir daños a terceros, pensó.

Sintió que moriría esa misma noche, el corazón galopaba con dificultad, la respiración encharcada se hacía imposible. Miró el reloj. Lloró un instante.

Pensó en las personas que más quería y que, lamentó, no estaban. Dudó en llamar a alguna. Pero no inició siquiera el gesto. Prefirió la soledad. La asumió. Nadie iba a salvarlo, ni nadie debía, pensó, ser molestado a aquellas horas, un día laborable.

Su dificultad para respirar hacía agónico un final que hubiera resultado, en otras circunstancias, plácido. Nada más lejos...hay que decir que se retorcía en el suelo, luego en la cama, luego en el suelo....
Tomó unos calmantes más y se estiró en la cama.
Fue entonces cuando se dio cuenta que solo amaba, sin más, asumiendo cada herida, cada olvido, cada traición.
Un momento más y su amor se dilató como un gran charco de aceite dulce sobre todas las personas que había conocido, sobre los demás seres vivos, sobre la realidad inerte toda y vio, finalmente, como su yo perdía importancia y viajaba en un cosmos inmenso. Amó.


                                                                               ...




El beso se inició antes de llegar a rozarse. Se encontraron en las comisuras, en los extremos sensibles de cada uno de sus labios. Luego se fundieron levemente formando pequeñas lagunas unidas entre sí ¡Mimosas charcas de saliva! Orgullosos de vivir durante unos larguísimos minutos en una isla flotante. Unidos por la raíz de su goce, pero sin pedir nada, montados  en una flecha hacia lo imposible.
Sosteniendo una larga nota alegre, luminosa, toroidal y solar.
Anudaron, por fin, sus lenguas bajo un compás invisible. Arropados por un murmullo de fondo.
Chocaron sus labios en una lucha sin muerte; como olas constantes de un mar claro y meridional.
Eternos, sin viento, como a orillas de un gran lago inmóvil.
Embriagados por la sensación de un no-tiempo, más allá del uno y del otro, de un no-lugar feliz.



                                                                          …



Uno de los momentos más felices de mi vida:

Lo recuerdo en Suiza, debía tener unos 4 años. Unos niños enloquecían de alegría bajo unos grandes aspersores en un parque. “Ve, si quieres”  dijo mi madre. La hierba olía recién cortada. Un sol radiante. Libre. 




La Muerte y la Doncella, Munch, 1894 + Uyuni (Bolivia) 2011



domingo, 28 de octubre de 2012

La Laguna Véneta y el Viaje a Ninguna Parte

Ayer vi el primer largometraje de A. Segre, Io Sono Li (traducida aquí como La Pequeña Venecia (Shun Li y el Poeta)) recordándome, como si se tratase de un juego de espejos en paralelo, un viaje que hice, hace pocos meses, justamente al mismo lugar.

Durmiendo en un hostal de carretera de Marghera y desde Venecia me dirigí a Lido, esperando quizá encontrar, desde la ingenuidad, alguna playa que me recordara a fragmentos de Tomas Mann o Visconti.
Desde allí, inicié, en soledad (pese a ir acompañado) un viaje a ninguna parte enlazando vaporettos, autocares y barcazas en un desplazamiento con destino desconocido; deslizándome sobre mi voluntaria ignorancia casi en línea recta:
Lido, larga como un fémur, nacida del cuerpo de la vieja y parquetematizada Venecia. Después, la espinal e interminable Pellestrina y más allá, la niebla siempre, el ruido de motor, la vibración, el chasquido de agua y una emoción contrariada impregnando mi cuerpo. La Laguna Véneta y la niebla como un único cuerpo blanco que me engullía entero y me hacía pequeño.
Y, finalmente, Chioggia, como destino inventado.
Caminé, caminamos y deshice el viaje con cierto disgusto de no haberme detenido en una osteria. Uno de los lugares donde Shun Li y Bepi tejen su/la historia.

Laguna Véneta y Shun Li (Zhao Tao), 2012

domingo, 21 de octubre de 2012

Valdemar y las Nuevas Topografías

Durante estos últimos meses descubrí una conexión entre la Cianes de Ovidio, el Valdemar de Poe, el Dorian Gray de Wilde o el Edipo en Colono de Sófocles. Personajes hermanados­ con mi personaje recurrente del “hogueroso”, rostro o máscara licuada que me acompaña desde hace 25 años.
Licuefacción, fulminación, implosión de la burbuja de la vida en nada. (Lacan,1955) ¿Ahora cuando nada soy, acaso me convierto en hombre? De Edipo en Colono a Primo Levi.

Poetización vía aceleración de lo que somos. Una muerte súbita como metáfora de nuestra condición de seres humanos.
Revertir la muerte latente que vampiriza el auténtico latido de la vida o del deseo.

Y esta conexión la tejo en mi no-lugar. Un agujero negro que taladra la extensión de las horas, un hueco, una perforación en el espacio, pozo abismal o desagüe de mi juventud.
De los topos, del no-lugar, a las topografías. Crear mapas, hoy sí es tiempo de quimeras.

Uno ha de hacerse cargo de su cadáver para lograr navegar lúcido.

Deseo de buen nauta.


Hogueroso + intervención en publicación de arqueología