domingo, 13 de marzo de 2011

El Horror

Repetidamente, cansinamente, la gente suele espantarse ante los matices siniestros o tenebrosos de muchas de mis obras y reflexiones.
Y sin embargo, si yuxtapongo mis obritas a lo que veo o intuyo a través de la ventana: Libia y Japón; y los demás horrores invisibles, olvidados por los medios, los horrores latentes en nuestro corazón y en todas partes, mi obra se muestra carnavalesca. Una suerte de mascarada de pesadilla casi infantil. Fragmentos de cuento y de obra de teatro. Personajes de guiñol y, en el fondo, cierto aire de fiesta de la vida.
El arte, si uno puede a penas asomarse empáticamente al sufrimiento del otro, deviene, por comparación, un atrezzo fácilmente digerible. Los horrores de Goya o los inquietantes Ensor, Bacon o Munch no tienen más cuerpo que un eco simbólico. Un rastro, una huella, un índice articulado, estetizado del sufrimiento real. Con una mirada apropiada, quizá educada, devienen sedantes-estimulantes, estructurantes, articuladores del caos, de la negra noche y de lo insoportable.
Habitáculo y alimento para moldear la resiliencia de nuestra civilización global, de nuestras vidas.
Tántalo, 2001 (Sujetos en Descomposición)

2 comentarios:

  1. Entiendo que tus obras puedan causar horror o malestar...son obras duras y nada complacientes...pero es cierto que de alguna manera los horrores que vemos a nuestro alrededor son mucho más descarnadas y la gente las observa con la más aterradora indiferencia. Más aún, simbolizan, no son reales, son una idea, un concepto,una crítica que puede ser comparada con la realidad pero nunca puede ser acusada de atentar contra nada, en todo caso sirve de crítica frente a lo que vemos y acontece a nuestro alrededor cada día....

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  2. No creo que sea una crítica, al menos en lo que hago actualmente. Aunque sí pudo serlo hace años.
    Más bien, entiendo yo, tiene que ver con la resiliencia.

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