domingo, 1 de mayo de 2011

Altos Vuelos

La vida de muchos se me antoja un vuelo fatuo. Un enorme dispendio de energía para un vuelo que en muchas ocasiones  es, sin consciencia de ello, a ras de suelo.
Atrapados, en un sinnúmero de veces, en una tela de araña poderosa, omnipresente, casi invisible. Nuestra propia cárcel, entrada y salida de los que más queremos, construida a lo largo de nuestras vidas, habitantes de túneles oscuros que nosotros vemos como cielo limpio.
Ícaros más que Dédalos, Angelus Novus de Paul Klee, huracanados y cegados de luz.
A lo sumo, es nuestra intención, nos cubrimos con la capa heroica de Otto Lilienthal y exhibimos con la máxima humildad posible nuestra voluntad de avanzar, de crecer, de volar con algo más de lucidez, sin quemarnos, sin quemar  a los que queremos, amamos o a los que no;  sin precipitarnos en el lodo, en el océano oscuro de la idiotez.

sábado, 16 de abril de 2011

Ceguera

No hay mayor ciego que el que no quiere ver.
Esta frase tiene validez en el momento de llamar “mercenario gadafista” a una persona calcinada en una carretera o a la incapacidad de ver lo extraordinario en las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
Uno se va enredando, con los años, en una red cada vez más tupida, rígida, áspera y aparentemente sólida, que le impide ver que a un palmo de su burbuja hueca y cargada hay un suelo fértil.

Esta mañana, al despertar, el tráfico de la gran ciudad ha parado, el suelo sonoro de decenas de vencejos me han recordado, durante un par de minutos, el cielo que se me niega cada día.
El amor a él/ella no está en las aventuras extraordinarias en los Andes, ni en los enamoramientos extraordinarios, fantásticos y tóxicos,  sino en el compartido reflejo constante y tibio de la luz de abril sobre los párpados de él/ella.
El tiempo se acorta entre espasmos estresados. Como drogados animales de granja, muchos envejecemos, enfermamos y morimos; cuando, en realidad, pese a que la vida es breve, deberíamos vivir los días más largos, inacabables, incansables, como los niños.

domingo, 3 de abril de 2011

Caos Sutil

El agua radiactiva filtrada a través de la brecha de 20 cm en el reactor número 2 de la central nuclear de Fukushima ejemplifica un tipo de caos sutil distinto al caos brutal de batalla que hoy vemos en Abiyán.
El caos sutil es una muerte lenta, invisible, callada que rompe el ecosistema u organismo desde su corazón. Como un gusano incansable anidando el interior de un fruto.
Contenerlo es, en ocasiones, muchísimo más difícil.

Semilla, 2004

sábado, 26 de marzo de 2011

El Caos

El caos late en el seno de la forma más organizada. Como aquella energía descontrolada que puede acabar desbordando su matriz-sistema, devorándola.
Fukushima, Libia, la aparición de un tumor, incluso un día a día desperdiciado por una entropía feroz responden a la misma idea.
Uno puede vivir bajo la tiranía de la lógica tumoral y, simultáneamente, bajo el peso de una aparente solidez piramidal.
El reino del caos, su capricho destructor, la libertad oscura en forma de baile de muerte es, en realidad, la cara oculta de la estructura inmóvil “de lo que hay”.
Toda guerra, sea militar, sociopolítica o personal, puede acabar atrapándonos en una fiesta de muerte con sacrificios de sangre y víctimas culpables, responsables e inocentes. En todo caso habría que saber escurrirse de la tela de araña con la suficiente astucia para, desde la devastación, encaminarse hacia el reequilibrio, hacia el orden físico-químico, biológico, socio-político, simbólico y emocional.
La idea es restablecer una nueva libertad respetuosa nada arbitraria; tensar el arco de la evolución como movimiento y crecimiento perpetuo sin romper jamás, más allá de lo necesario, el sagrado equilibrio de nuestros mundos.



Aviones de Guerra, 2003 (Tiempo de Seth)

domingo, 13 de marzo de 2011

El Horror

Repetidamente, cansinamente, la gente suele espantarse ante los matices siniestros o tenebrosos de muchas de mis obras y reflexiones.
Y sin embargo, si yuxtapongo mis obritas a lo que veo o intuyo a través de la ventana: Libia y Japón; y los demás horrores invisibles, olvidados por los medios, los horrores latentes en nuestro corazón y en todas partes, mi obra se muestra carnavalesca. Una suerte de mascarada de pesadilla casi infantil. Fragmentos de cuento y de obra de teatro. Personajes de guiñol y, en el fondo, cierto aire de fiesta de la vida.
El arte, si uno puede a penas asomarse empáticamente al sufrimiento del otro, deviene, por comparación, un atrezzo fácilmente digerible. Los horrores de Goya o los inquietantes Ensor, Bacon o Munch no tienen más cuerpo que un eco simbólico. Un rastro, una huella, un índice articulado, estetizado del sufrimiento real. Con una mirada apropiada, quizá educada, devienen sedantes-estimulantes, estructurantes, articuladores del caos, de la negra noche y de lo insoportable.
Habitáculo y alimento para moldear la resiliencia de nuestra civilización global, de nuestras vidas.
Tántalo, 2001 (Sujetos en Descomposición)

sábado, 12 de marzo de 2011

Poiesis y Respiración

Dibujar, fotografiar, escribir ¿responden a la lógica de la exhalación o de la inspiración?

En un primer momento parecería que dibujando o escribiendo respondo, genero, produzco, me sitúo en el polo fértil de la exhalación generativa.
Existe el riesgo, siempre presente, de que exhalar sea en realidad una expulsión, un vómito negativo que responde a la incapacidad del buen digerir. La creación constructiva, fértil, constante no debe confundirse con la zafia excreción, ni tan solo con el aparentemente sano exorcizar.
En muchas ocasiones el límite es borroso y todo lo que hago puede situarse en un margen de la línea u otro.
Inversamente “crear” puede inscribirse en la lógica del deseo de sumar y retener; captar, aprehender, aunque se trate de abrir vías en el sano camino del conocimiento.
La creación así, se uniría con su aparentemente opuesto “inspirar”; sedimentar, abonar; leer, estudiar, aprender, impregnarse, influenciarse, mezclarse; visitar exposiciones y  eventos; gestionar las obras y proyectos producidos, responsabilizarse de lo hecho; Proyectar, vertebrar.
La nuez de todo ello, finalmente, consiste en mapear los límites de la “poiesis” para descargar todos los pesos innecesarios y posibilitar, a través de una equilibrada respiración, el buen alumbramiento.



FRAGMENTO de Lago (No-tiempo) y el/los aquí/s y ahora/s cotidiano/s, 1995

sábado, 5 de marzo de 2011

Aprender a Digerir; Aprender a Expulsar


Esta semana oí hablar del necesario equilibrio entre lo que se ingiere y asimila y lo que se expulsa y olvida.
Hay quien no deja nunca su paraguas en casa, estreñido, no tira un solo dibujo o cuadro propio, se pasa la vida acumulando títulos universitarios sin escribir un solo artículo, no olvida jamás su primer, segundo o tercer amor, sedimenta sentimientos/resentimientos, colecciona listines de teléfono, bolígrafos, carpetas y archivos, acumula cromos y microcosmos en casa; Diógenes pesado de digestiones lentas sabe ante todo inhalar, inspirar.
Hay quien, en cambio, desenraizado y marino, cabalga en un colador de piel prestado, torrente de memoria corta y sospechosa fluye sin anclarse, deshecha, menosprecia, indolente sin retener tan solo los nombres de las personas que lo alimentan o quieren, diarreico, menosprecia el tener y baila sobre el ser; Nómada arenoso, azote de las ciudades y enemigo de la ley, sabe ante todo exhalar, espirar.
Ambos, sin duda, desconocen la simetría perfecta de la respiración.




Sintecho, 2006/2007