Este sábado viendo The Innocents (J. Clayton, 1961) aprendí que una excesiva búsqueda de la verdad, una necesidad incontenible de “iluminar” lo oculto a toda costa, rebasando límites, sin rendirse, sin retirarse a tiempo, puede tener un desenlace más fatal, destructor o mortífero aún que, simplemente, no hacer nada.
Uno debe aceptar sus límites y no luchar contra la oscuridad, como el más estúpido de los héroes.
Uno debe aceptar sus límites y no luchar contra la oscuridad, como el más estúpido de los héroes.
En estos días encuentro también en Baudrillard invirtiendo/pervirtiendo a Hölderlin: “Allí donde crece lo que salva, crece también el peligro” (Das wo Rettende wächst, wächst die Gefahr auch).
¿Cómo renunciar a “salvar” lo que se ama? Más allá del egoísmo o el amor desinteresado, más allá del narcicismo de cada cual, quizá asumiendo que la mano de uno no salva, sino todo lo contrario.
The Innocents |
No hay comentarios:
Publicar un comentario