sábado, 26 de febrero de 2011

La Levedad del Otro

Esta semana S., mi alumna menuda de 13 años, lloraba desconsoladamente en clase, en duelo por su hermana muerta hace un año. 

Unas horas después leía un texto sobre Descartes de Lacan: “es sin duda el sujeto mismo que es interrogado quien busca serlo como tal: el sujeto en tanto que se pone en juego toda la verdad en relación con él, (…) y lo que es interrogado no es lo real y la apariencia, la relación de lo que existe y lo que no existe, de lo que permanece y lo que se pierde, sino el hecho de saber si uno puede confiar en el Otro, si como tal lo que el sujeto recibe del exterior es un signo fidedigno.

De este modo parece que la consistencia o fiabilidad del Otro es previo a la substancia cartesiana, al sujeto como tal.
Esa misma noche soñé con mis muertos más íntimos y más amados; y descubrí que ellos eran los que, en gran parte, estiraban del hilo de mi lucha radical.
 

sábado, 19 de febrero de 2011

Jardín Tóxico

Quizá por un viejo prejuicio cultural siempre me sorprendió ver vegetales enfermos. Un animal enfermo, en superficie, difiere mínimamente de un hombre moribundo ¿Pero una planta? Un vegetal enfermo supone, para mi simbología íntima, una contradicción de términos, casi un oxímoron.

La mayoría de los árboles de las grandes ciudades, por ejemplo, del sur de Europa están enfermos, atacados por parásitos.
Esto me recuerda a nosotros, urbanitas del siglo XXI cargaditos de pupas tangibles e intangibles. Las patologías crecen, cargados de toxicidad y agresión por todos lados. La nueva sociedad terapéutica crece sin alcanzar, ya falta poco, su apogeo.
Los centros de yoga rebosan; los médicos de la sanidad pública, sobrecargados, ya no miran a los ojos tristes de sus pacientes, alejados; el negocio de la salud crece y se enraiza en los alimentos de los supermercados y en toda la esfera New Age; los gurús y nuevos chamanes nos repueblan.

Todo enmohece, mientras los discursos se marean circularmente en el raquitismo del dinero.

Nuestras relaciones se pudren.
La educación, en España, agoniza entre la rigidez, la descomposición de la matriz familiar y social, la obsesión de los decimales y la burocratización de la enseñanza.
Oír a un profesor insultar, a escondidas, a sus alumnos me genera más pavor que ver a un alumno escupirle, aunque todo forme parte de lo mismo.

Somos jardines dañados, cargados de agresivos virus y parásitos.
Y sin embargo hay Sol y todavía queda suelo sobre el que crecer.
Queda resistir en la verticalidad del bambú.

lunes, 14 de febrero de 2011

Jardín Oriental

El caos es una tormenta de arena bajo el tiranía de Seth. La prohibición es tajante: Tras el viento ensordecedor, no es posible retirar la arena acumulada.
Como en el Hombre de Arena de E. T. A. Hoffman, uno se siente aterrado; se tapa los ojos y ciego, solo queda caminar a trompicones, entre escollos abandonados por uno mismo, como un vaciado rey tebano.

Es necesario crecer hasta alcanzar buena talla, romper el párrafo anterior como quien estalla un reloj de arena. Lanzar sus pedazos al mar. Nadar en invierno. Limpio, ordenar un jardín, colocar bien sus piedras y comer sus mejores frutos; dejando el resto a sus moradores.



La Bicha de Seth, 2006

viernes, 11 de febrero de 2011

Matemáticas

Aunque de niño se me atragantó el cálculo mental de los deberes, recuerdo que algo más tarde empecé a disfrutar de los enigmas de las ecuaciones y con la presencia, en las fórmulas, del infinito.
Descubrí en la adolescencia las aves de Nazca y en mi juventud primera apliqué a sus largas y rectas plumas la sucesión de Fibonacci, esperando quizá con ello encontrar, en el papel, una estructura natural y matricial donde la vida sólo me ofrecía sillas desfondadas.

Revoluciones (árabes)

A las realidades óseas le corresponden voluntades líquidas.

Y al Estado líquido...¿solo le corresponde el espesor de la malla hegeliana?

sábado, 5 de febrero de 2011

Firmar


Nunca firmo mis dibujos, en raras ocasiones firmé, durante décadas, mis cuadros, solo por obligación o por compromiso; me limito a escribir mi nombre detrás, junto con la fecha.
Siempre he creído, quizá por un exceso de purismo, que firmar es manchar el espacio con-“sagrado” , ¿"aurático"?
Una obra sobrepasa al autor y este, al firmar, solo mancha con vanidad rastrera un flujo que solo modestamente tiene que ver con él.

En las demás situaciones de la vida he ido simplificando mi firma, hasta falsear el propio acto en una suerte de gesto-simulacro, en un trámite llevado a un extremo indolente. Con el tiempo se ha hecho un casi-nada veloz, sintética, minimalista. Como substitución de mi deseo: que mi firma fuese un espacio en blanco.

Ayer, por la mañana, en el banco fui incapaz de firmar “con seriedad”. La empleada, con indisimulada acritud, me pidió que repitiese la firma; era inválida, no se correspondía con "mi" firma. Repetí obediente y volví a fallar.
Más tarde fui a recoger un título en una universidad, esta vez estaba advertido y sin embargo fui incapaz de “terminar” su ejecución sobre la cartulina, en un mediocamino entre la casi-nada actual y la abigarrada firma de mi juventud.
Caídas las iniciales paternas solo se ha mantenido la letra primera, la omnipresente “a”, como germen y hueco inicial, que lucha por desplegarse, ahora como elipse barrada.
De hecho, en secreto, en casa, tras el largo viaje de vuelta, de madrugada, con pericia de dibujante, “acabé la firma”, con una media elipse, como si cometiera un pequeño crimen inconfesable.

Si no temiera el “qué dirán”, en ocasiones, me sentaría, en este acto ridículamente solemne y burocrático, a dibujar: rodear la “a” fundamental, con un acerico vuelto del revés, un espino de despliegue elíptico y barrado. Para acabar, algún día, por romper la cáscara calcárea y volar.

jueves, 3 de febrero de 2011

La Dispersión

El acto circular, el pensamiento curvo, en bucle. El mismo dibujo repetido indefinidamente, los motivos aparecidos una y otra vez: acerico, devenido mandala y mantra, quiste y batir de alas. Acerico vuelto del revés, caparazón espinoso, espino persistente.

Por otro lado la dispersión; nebulosa de líneas de fuga y espacio para una silla vacía.