lunes, 18 de julio de 2011

Sobre el Azar, la Repetición y la Ceguera

Hace un tiempo leí sobre lo irracional e infantil de suponer casualidades mágicas a sucesos de la cotidianidad.

Hoy me he encontrado por azar, en el margen de unas dos horas y en lugares y contextos totalmente diferentes, un mismo cuento sufí.

(En un primer caso, citado por Baudrillard, en un texto escogido al azar en una biblioteca; en un segundo caso en una consulta privada, a partir de una suerte virgiliana):

El contrabandista

Nasrudín solía cruzar la frontera todos los días con las cestas de su asno cargadas de paja. Como admitía ser un contrabandista, cuando volvía a casa por las noches los guardas de la frontera lo registraban una y otra vez. Registraban su persona, cernían la paja, la sumergían en agua, e incluso la quemaban de vez en cuando. Mientras tanto, la prosperidad de Nasrudín aumentaba visiblemente.
Un día se retiró y fue a vivir a otro país, donde, unos años más tarde, lo encontró uno de los aduaneros.
- Ahora me lo puedes decir, Nasrudín, ¿qué pasabas de contrabando que nunca pudimos descubrirlo?
- Asnos – contestó Nasrudín.



4 comentarios:

  1. Si, si dicen que el ciego no es quien no ve, si no aquél que no quiere ver...

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  2. Por cierto...la foto de la derecha...es que me suena un montón pero no la ubico...

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  3. Bueno..., señorita Èlia, en este caso la ceguera es distinta al de otro post; Sí se quiere ver, quizá incluso es lo que más se desea... y sin embargo uno es incapaz o no sabe ver lo que tiene delante.

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