martes, 28 de agosto de 2012

Transcripción del sueño de un adolescente: El Extranjero en la Polis



¿Ahora cuando nada soy, acaso me convierto en hombre?

Edipo en Colono, Sófocles.





Una gran nube negra dominaba la polis, donde reinaba la muerte y la desolación. Una terrible peste abrasaba a sus gentes con mortíferos vapores.
Y es en este terrible trance que llegó el Extranjero a la ciudad, con túnica corta y armado, un muchacho de corta edad, tras caminar toda la jornada.

En la oscuridad, en las calles polvorientas, oyó como la gente entre gemidos gritaba:
“¡Tsar, tsar! ¡Ten piedad de nosotros! ¡aléjanos de este mal! ¡Tsar!
Tsar, un dios antiguo y oscuro, como un gran tirano, aplastaba todo campo u hogar, hasta alcanzar el más pequeño átomo.

Rompiendo su silencio el joven guerrero, entrenado en las frecuentes guerras de la Hélade, no dudó a desafiar al dios:
¡Tsar!_le retó_¡desciende aquí ahora y lucha de igual a igual con armas terrenas si eres un dios valiente!
Y Tsar no tardó en aceptar. Bajó dejando tras de sí una luz oscura, encarnado en una gigantesca tigresa.

El espacio de la lucha era una gran arena, como un gigantesco circo romano. El pueblo reunido en su totalidad gritaba, aplaudía y se sumía en silencios.
La vida y la muerte se jugaba ante sus ojos; El gran felino y el Extranjero lucharon uñas con metal, dientes con escudo, durante horas. De hecho, hay que decirlo, el gran felino podría haberlo aplastado como un insecto, desde el primer momento. Pero quizá su afán de juego pudo más que su crueldad o justamente por eso no mató desde un principio.
Y un instante ...“zas” el metal se hundió en la piel de la bestia y ésta cayó al suelo, marmórea y liviana a un mismo tiempo.

Muerta la bestia el héroe abrió el vientre hinchado del animal y extrajo tres cachorros vivos. Así fue como sucedieron los hechos:

El primero lo regaló al pueblo, multitud vitoreante que lo rodeaba.
El segundo lo ofrendó a los sacerdotes de la ciudad, graves y vestidos de blanco.
El tercero lo entregó a su familia, que allí se reunió.

Por fin, el cielo de la ciudad pareció despejar y volvió el azul cálido y luminoso del día.


Teseo/Cadaqués/ Uyuni, 2012


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