Durante estos últimos meses descubrí
una conexión entre la Cianes de Ovidio, el Valdemar de Poe, el
Dorian Gray de Wilde o el Edipo en Colono de Sófocles. Personajes
hermanados con mi personaje recurrente del “hogueroso”,
rostro o máscara licuada que me acompaña desde hace 25 años.
Licuefacción, fulminación, implosión
de la burbuja de la vida en nada. (Lacan,1955) ¿Ahora cuando nada
soy, acaso me convierto en hombre? De Edipo en Colono
a Primo Levi.
Poetización vía aceleración de lo
que somos. Una muerte súbita como metáfora de nuestra condición de
seres humanos.
Revertir la muerte latente que
vampiriza el auténtico latido de la vida o del deseo.
Y esta conexión la tejo en mi
no-lugar. Un agujero negro que taladra la extensión de las horas, un
hueco, una perforación en el espacio, pozo abismal o desagüe de mi
juventud.
De los topos, del no-lugar, a las
topografías. Crear mapas, hoy sí es tiempo de quimeras.
Uno ha de hacerse cargo de su cadáver
para lograr navegar lúcido.
Deseo de buen nauta.
Hogueroso + intervención en publicación de arqueología |
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