jueves, 25 de agosto de 2016

Cristalizaciones

Somos, en el mejor de los casos, cristalizaciones de sueños adolescentes.
Cristal defectuoso de consistencia acuosa:
Solo el presente merece ser recordado.

El pasado no cubre mucho más que la cortina de ducha de un hotel, como una mala muda de serpiente. Costras en la espalda como capas de piel centenaria de un hombre-árbol. Pellejo de momia de santo portugués. Superficie del Douro, cobriza de turistas de capitalismo cansado.
Cenizas de eucalipto quemado, pino negro de los infiernos; en los parabrisas de los coches, en el sol de un mediodía de agosto, incluso, en las frías playas, beatas, de los paraísos atlánticos.

Mejor huir más al sur.

Atravesar un país, o una vida, como los locos. Educados portugueses conduciendo como maldiciendo y nosotros hablando portuñol para no aburrirnos.

Y ya no más. Los cuerpos se hunden o se hinchan, las identidades se apagan.
Filosofía del tú, a corto plazo.


Cenizas en una playa (São João) + talla de madera portuguesa (Aveiro) + líquido + acantilados (Peniche).

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